5 de septiembre de 2012

Interludio







Cuando observo las noches, sentado en la penumbra de mi habitación desconsolada, no puedo mas que pensar en la irremediable escarcha de mis vidas pasadas. Rememorar una a una la peripecia de trepar desnudo la pendiente al infinito, dejando la piel entre las rocas de un destino funesto, honesto en mis principios, pero desligado de paralelismos absurdos que oprimen a cualquier desdichado que deambula inherente por las tierras de este mundo.
A veces sueño con la ingravidez de los sueños intangibles, pero palpables al brazo motor de mi conciencia desterrada, prostituida tal vez en la esquina de aquel Inframundo que solemos llamar Destino, pero que no es mas que la ilusión perdida de un rayo de luna que se asoma lánguido en la ventana, llorando las penas que a derramado sobre el sucio suelo.
Otras veces corro por los Jardines del Olimpo, pero que ahora son el vertedero de alguna ciudad intoxicada. Ya no hay verdes praderas para los hijos del ocaso, solo lagrimas saladas y lazos descartables.
Perdimos la capacidad de soñar y la capacidad de querer hacerlo, perdimos la humanidad enterrada entre mega-bites y fibra óptica, devorada, mancillada, destruida.
Ya no hay templos, ni dioses, ni ritos.
Se murió el Sol y la Luna se fue a dormir.
Ya no hay nada que hacer aquí.
Cuando observo las noches, sentado, pienso que pudimos ser mejores, pero quizá no quisimos serlo y esa será nuestra peor derrota.



Griel 05/09/12

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